Los medios de comunicación masiva, prioritariamente hoy internet y redes sociales, son agentes educadores activos. Los contenidos que se difunden en estos pueden condicionar, influenciar y normalizar conductas y percepciones sociales. Por ello se dice que estos contenidos tienen un “poder simbólico”. Este concepto, ampliamente trabajado por Pierre Bourdieu, se entiende como la capacidad de imponer significados dominantes como si fueran los principios de toda la sociedad. Por esa razón, es fundamental promover un pensamiento crítico tanto para la recepción como para la creación de este tipo de contenidos.
El poder simbólico tiene la capacidad de “hacer ver y hacer creer”, por lo que es invisible, ya que no somos conscientes de los procesos con los que opera e influye el sistema simbólico (Navarro, 2020). A través de este se puede ejercer uno de los tipos de violencia más letales para las mujeres. Hablamos de la violencia simbólica, que fortalece los estereotipos de género. Estos esteriotipos actúan como base invisible de la violencia física y psicológica; según el iceberg de las violencias de género.
¿Por qué es clave promover la coeducación?
Promover la coeducación permite hacer un buen uso de las TIC. Además, favorece el consumo, la producción y la difusión de contenido informativo responsable con la sociedad. Esto se debe al hecho de identificar, prevenir y afrontar los tipos de violencia presentes en los productos mediáticos. Según la teoría de Galtung (2003), existen dos tipos de violencia: La Violencia Directa (física o material) cuya visibilidad es notoria, la Violencia Cultural y Simbólica (indirecta), que es mucho menos visible y la Violencia Estructural, “localizada en las estructuras sociales como la desigualdad de clase, la distribución de los recursos o el acceso al bienestar y la educación, afectando a las necesidades humanas y cuya visibilidad es en muchas ocasiones más compleja que las anteriores” (Tornay-Márquez, Carañana y Aladro-Vico, 2024).
Tanto en el internet como en las redes sociales, existen contenidos que se pueden clasificar claramente por tratarse de contenido con violencia directa; pero la mayor parte presenta violencia cultural o simbólica, que es más difícil de identificar. Estos tipos invisibles de violencia actúan como un “pegamento de violencia social”. Por eso, es fundamental brindar herramientas a las niñas, niños y adolescentes para poder identificar, prevenir y frenar este tipo de violencias.
Los contenidos con violencia simbólica principalmente:
- Actuando como productores y reproductores del sexismo.
- Hipersexualizan la imagen de la mujer y fomentan la pornificación cultural.
- “Contribuyen a que las propias mujeres ´aprendan´ a asumir la condición de víctimas, no se protejan lo suficiente e incluso, en ocasiones, acaben interiorizando su papel como sujeto cosificado y pasivo ante posibles ejercicios de violencia contra ellas” (Navarro, 2020).
- Promueven valores estéticos y mensajes sobre lo deseable, ideal y proyectivo.
Según las investigaciones analizadas en el artículo de Tornay-Márquez, Carañana y Aladro-Vico (2024) “la conexión entre violencia simbólica y violencia directa es de correlación inmediata. Marzábal muestra que hay 12,5 veces más probabilidades de que se produzca un episodio feminicida de violencia directa cuando la comunicación en redes y medios cubre otro episodio anterior de violencia de género”. Es decir, que el contenido con violencia directa o indirecta tiene un efecto imitativo o de contagio.
Ante esta realidad, es fundamental:
Para más información sobre cómo implementar la coeducación en la alfabetización digital y mediática, leer nuestra próxima noticia: #21J #LibresDeSexismo Consejos para implementar la coeducación en la alfabetización digital y mediática.
Revisa también los textos de Fueyo y de Andrés (2017), Tornay-Márquez, Pedro-Carañana y Aladro-Vico (2024) y Navarro (2020).